ZP, führercito Chávez y barbarie histórica

 ZP, FÜRERCITO CHÁVEZ y BARBARIE HISTÓRICA

El hemipléjico ataque de desmemoria histórica a la que nos tiene sometido el socialismo grouchista —de bohemia y pandereta— alcanza cotas inmensas de desinformación. A la izquierda fantasiosa del mundo mundial no le gustan los archivos porque, llevados a la luz, le sacan el perfil feo de su pasada realidad histórica. Por eso los retuerce, los cambia, los oculta, los miente, los retoca, los desaparece… buscando que un maquillado neocareto le salve, para la historia, de su tenebroso pasado.
El viernes 27 de abril, nuestro perseguido ex presidente José M.ª Aznar fue víctima, una vez más, de la furia desatada del fascisto-socialista venezolano Hugo Chávez, veterano golpista, por más señas: «Aznar es un fascista… y es de la calaña de Hitler, un tipo que da asco y lástima». He ahí un claro ejemplo de recalcitrante burricie histórica elevada a la categoría de dogma: el dogma del embuste con que cargarle a la derecha los miles de muertos y desmanes fabricados durante el pasado (y presente siglo) por la Internacional Socialista.

¿Y qué dicen los archivos al respecto? Pues siempre dijeron que el fascismo y el nazismo fueron dos víboras nacidas del socialismo radical, dos herejías escindidas de la religión secular marxista. Sin embargo, la «propaganda machine» soviética/europea, con sus manipulaciones embusteras, supo difuminar esta colosal verdad, cargándole a la derecha el muerto de tan perverso engendro: fueron los propios hijos de la izquierda radical italiana y de la alemana los herejes nazi-fascistones escindidos del socialismo marxista.
El fascismo lo inventó Benito Mussolini y fue una escisión radical del Partido Socialista Italiano, tras la quiebra interna del socialismo italiano. Mussolini siempre militó en el ala más radical y más activista del PSI y, dentro de él, se montó su propia corriente denominada «Tercera Vía» (viejo concepto de los partidos fascistas que se propugnaban como antídoto dialéctico frente al capitalismo y al internacionalismo proletario).
De padre militante socialista, Mussolini fue el número dos del Partido Socialista Italiano y el director del diario socialista Avanti (1912). Ante el neutralismo socialista en la Primera Guerra Mundial y su consiguiente oposición al nacionalismo italiano, Mussolini formó el «Fascio di Combatimento» con los «herejes socialistas» de su corriente.
Esa misma dinámica ideológica de izquierdas es la que da origen al nacionalsocialismo alemán de Hitler. Los núcleos más duros del nacionalsocialismo alemán provenían de la comunista Liga Espartaquista, fundada por la comunista Rosa de Luxemburgo y transformada luego en el Partido Comunista Alemán, tras las masacres obreras.
Adolf Hitler se consideró y se proclamó siempre hasta su muerte un «hombre de izquierdas, un socialista con fuerte componente nacionalista». Y ese es el sustrato constante en su libro doctrinal Mein Kampf (Mi Lucha), donde se define como un socialdemócrata y dice que no había entrado en ese partido porque estaba dominado por los judíos. En su famoso libro doctrinal, Hitler siempre se manifestó como un «anticapitalista y un antiliberal» y, como podemos leer también en sus delirantes notas de sus diálogos con Goebbels antes del suicidio, se consideró siempre un socialista cunero.
Hitler cambia la «lucha de clases marxista» por la «lucha de razas» con el mismo sentido de mentalidad colectivista que el marxismo: una «herejía étnica», de moda en los años ´20 a la que Lenin denominó «el socialismo de los tontos» porque el concepto de burguesía se reducía, en el caso de Hitler, a la «burguesía judía».
Algo parecido a lo que pasa con ETA y con los nazi-onalismos radicales vasco y catalán: son fascistas y nazis porque pertenecen a la corriente nazi-onalista radical de la izquierda etnicista. Al igual que todos los partidos fascistas franceses (1934) salidos de la facción más izquierdista y proletaria del Partido Comunista de Doriot. O el caso de Pierre Laval, que pasó de destacado socialista a declarado pronazi y primer ministro del Gobierno francés de Vichy, colaboracionista de Hitler. El mismo socialista François Mitterrand fue un nazi colaboracionista de Hitler.
El escritor socialista francés Drieu de la Rochelle publicó su socialismo fascista reivindicando su izquierdismo fascista. El fundador del Partido Nazi Noruego fue el socialista Quisling. Y actualmente el fascismo alemán resurgente está contemplado en la Alemania ex soviética donde prolifera un neonazismo militante ¡en la Alemania socialista, qué casualidad. O el caso del francés Le Pen, gran aliado del socialista Sadam Huseín y que está votado en mayoría por los barrios de obreros marxistas franceses.
Está pues documentado que el fascismo/nazismo son una deriva totalitaria del movimiento obrero: la forma nazi-onal patriótica del socialismo. ¿Por qué pues ese barbarismo histórico de llamar a Aznar lo que nunca fue? ¿A qué santo viene el uso perverso del vocablo fascista? No sirve ni para Aznar ni para la derecha española. Cuadra infinitamente más con el radicalsocialismo del insolvente ZP cuyas actitudes totalitarias respecto a temas sociales y religiosos lleva camino de aproximarse al nazismo hitleriano, perseguidor de católicos, o al stalinismo exterminador de inocentes curas.

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